Josiah Ndlozi, un sudafricano de 51 años, fue condenado a cadena perpetua por la División de Mpumalanga del Tribunal Superior el martes 3 de septiembre por el asesinato de su novia, Sophie Phumzile Malele, a quien acusó de infidelidad.
El acusado quedó automáticamente inhabilitado para poseer un arma de fuego en virtud del artículo 103 de la Ley de Control de Armas de Fuego 60 de 2000.
Según el tribunal, el acusado y el fallecido vivían juntos en Lydenburg y tenían tres hijos.
Antes del incidente, Malele había solicitado una orden de protección temporal contra Ndlozi y una de las condiciones era que el acusado no agrediera, amenazara o acosara a la fallecida debido a su relación inestable.
La mañana del 8 de febrero de 2023, los niños se encontraban en el colegio y estalló una discusión entre el acusado y el fallecido.
Esto se intensificó y llevó al acusado a apuñalar a Malele en la parte superior del cuerpo, provocando que cayera.
Cuando Malele notó que no se movía, informó a uno de sus vecinos y a la policía.
Malele fue declarada muerta en el lugar y el acusado fue arrestado. Malele murió a causa de múltiples heridas contundentes en el cuello.
En el tribunal, Ndlozi se declaró culpable y posteriormente fue declarado culpable de homicidio involuntario.
El fiscal estatal Senzo Zindela pidió al tribunal que imponga una pena adecuada.
Sostuvo que el acusado se había declarado culpable porque el Estado tenía pruebas abrumadoras en su contra, lo que no era señal de arrepentimiento.
Antes de dictar sentencia, el magistrado interino Manthata dijo que el acusado había privado al fallecido de su derecho constitucional a la vida. Como resultado, tres niños menores se quedaron sin madre.
Señaló que la violencia de género y la muerte de mujeres siguen siendo una pandemia que asola nuestras sociedades. No encontró ningún motivo que justificara una desviación de la pena mínima prescrita de cadena perpetua.
La Fiscalía Nacional (ANP) expresó su satisfacción por el veredicto y destacó su compromiso de procesar los casos que involucran violencia de género (VG) y la muerte de una mujer.
La NPA dijo que el caso es un recordatorio de la necesidad de proteger a los vulnerables de la sociedad y responsabilizar a los perpetradores por sus acciones.