CIUDAD DE MÉXICO – A medida que se acerca la celebración del Día de Muertos, la mexicana Meztli Lizaola no puede evitar recordar a su querida mascota y amigo, Taco, un chihuahua de pelaje marrón claro y rostro amigable que encanta a cualquiera que se cruza con él.
En la esquina de la pequeña sala, Lizaola conmemora a Taco, quien murió hace dos años, con un altar que incluye las cenizas del perro y fotografías de él. Junto a ellos coloca fotografías de su padre, además de calaveras, catrinas, velas, azahar y panes plásticos de difuntos.
El diseñador gráfico de 35 años se rió y admitió que aunque Taco era un glotón, además de croquetas, también comía platos típicos mexicanos como pan de conchas, tacos de carnitas y quesadillas. Para que ninguno de los otros cuatro perros se los comiera en su altar.
Los altares para las celebraciones del Día de Muertos, que se celebran el 1 y 2 de noviembre, son parte de una arraigada tradición entre los mexicanos que combina elementos de la cultura prehispánica, el colonialismo y la historia reciente. El respeto a los animales domésticos también se extendió entre las nuevas costumbres.
En México, el Día de Muertos es una celebración de la memoria y un ritual que favorece la recordación sobre el olvido. Según la mitología popular local, en esa fecha los espíritus realizan el tránsito para regresar con la muerte y vivir con sus familiares para compartir los alimentos que se les ofrece en los altares.
Durante décadas, los mexicanos han erigido altares a sus familiares, amigos y colegas, generalmente en hogares y oficinas, pero en los últimos años esta tradición se ha expandido para incluir monumentos a los animales que los han acompañado en la vida.
El poder de esta nueva práctica es tal que cada año en el país se reconoce el 27 de octubre como el Día de Muertos para las mascotas, e incluso el Instituto Nacional de Antropología e Historia explica en sus redes sociales cómo decorar los altares. ellos son
El etnohistoriador mexicano Juan Pablo García Uriostegu dice que los sacrificios por perros, gatos y otros animales domésticos han crecido y se han vuelto más visibles en los últimos tres años, especialmente en las zonas urbanas de México.
“Estamos viviendo un cambio en la tradición. Es muy rápido, muy acelerado”, dijo García Uriostegui a The Associated Press. Y atribuyó el cambio a la dinámica social, particularmente de las últimas generaciones. Ya no es difícil ver a diario a mascotas viajando en aviones con sus tutores, entrando a bares y restaurantes e incluso acudiendo a citas médicas.
Un investigador del Museo Nacional de Antropología explicó que las nuevas generaciones tienen una comprensión diferente de las mascotas, especialmente perros y gatos, quienes los consideran parte de la familia. “Aquí es donde empiezan a surgir prácticas en torno a la muerte”, señala. “Ya no son como un compañero… Son un ser vivo, necesitan que se les rinda un cierto recuerdo, ciertos recuerdos”.
Taco la rescató de una familia enferma y abandonada. Lizaola se hizo cargo del perro cuando éste tenía sólo dos años y lo convirtió en un compañero inseparable durante casi quince años. Hasta que murió de viejo.
Aún afectado por su ausencia, el diseñador gráfico confiesa que Tako cambió su vida y la de su compañero Víctor Sorcha después de mostrarle un tatuaje de su rostro en el brazo derecho de Tako.
“Tengo un antes y un después en mi vida”, afirmó. El chihuahua la inspiró a ella y a su pareja a participar activamente en favor de los animales abandonados y apoyar a los grupos locales que los rescatan de las calles.
Pero hubo un proceso desde ahí hasta llevar la foto de Taco al altar. Al principio, enfrentó cierta resistencia en su familia, porque esta tradición se conserva desde hace décadas – según la fe católica – para recordar a los familiares fallecidos. Gradualmente, a medida que morían más perros en sus hogares, “lo cambiamos a ‘más perros que personas'”.
Sorchaga, especialista en marketing digital de 30 años, cree que en un país predominantemente católico como México, algunos se oponen a la celebración de los animales en el Día de Muertos, alegando que “no tienen alma”. Pero él cree lo contrario. “Estamos convencidos de que los animales tienen corazones hermosos y son capaces de amar incluso más que los humanos.”